LAS LECTURAS DE LA BIBLIA

Las formas de leer la Biblia se caracterizan por sensibilidades diversas y por el progreso del conocimiento del mundo de las Sagradas Escrituras.

Las formas de leer la Biblia se caracterizan por sensibilidades diversas y por el progreso del conocimiento del mundo de las Sagradas Escrituras. El documento Interpretación de la Biblia en la Iglesia, publicado por la Pontificia Comisión Bíblica en 1993, nos ofrece una presentación

La época de los Padres de la Iglesia (del siglo I al VII d.C.) se caracteriza por dos modos de lectura de la Biblia: la lectura alegórica (que busca descubrir el significado simbólico de un texto) y la lectura literal (que se atiene al significado directo del texto).

En la Edad Media, debido al escaso conocimiento de las lenguas antiguas, la Biblia está presente en las comunidades monásticas (con la lectio divina), pero ya no es accesible a los fieles, sino a través de las artes figurativas y visuales (como la Biblia pauperum, representada en frescos en las paredes de los lugares de culto).

El nacimiento del humanismo con el redescubrimiento del mundo clásico, de sus lenguas y de sus obras también favoreció el estudio de la Biblia, a la que se aplicó el método de estudio y análisis con el que se examinaban las distintas obras literarias. Nacía así el método histórico-crítico.

Histórico, porque intentaba ubicar cada texto en su ambiente histórico original. Crítico, porque sometía el texto bíblico a un análisis lingüístico y literario con el objetivo de poder reconstruir el texto original (llamado “texto crítico”).

El método histórico-crítico se impuso entre los estudiosos de la Biblia desde sus inicios, en 1700, hasta el Concilio Vaticano II. Consistía en un análisis detallado para esclarecer el trasfondo histórico, los orígenes y las sucesivas estratificaciones de la composición de los escritos bíblicos: es decir, se trataba de una arqueología del texto, de un remontarse a su origen. Por eso no tuvo mucha influencia en la pastoral y en la catequesis. En efecto, este método –como leemos en el documento La interpretación de la Biblia en la Iglesia–“hace de la Biblia un libro cerrado, cuya interpretación […] requiere una competencia técnica que la convierte en un campo reservado a unos pocos especialistas” (cf. “Introducción,” A).

Al mismo tiempo, sin embargo, este documento lo considera “indispensable para el estudio de los textos antiguos”, aunque ya no pueda atribuirse el monopolio en la interpretación de la Biblia.

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Los métodos de lectura de la Biblia presentados por este documento se denominan sincrónicos, porque privilegian la lectura de la Biblia en su conjunto (en griego, sýn), como ha llegado a nosotros hoy en el canon de los libros bíblicos (es lo que se llama “lectura canónica”). El método histórico-crítico, en cambio, se denomina diacrónico, porque hace una lectura del texto bíblico a través de sus detalles (como indica la palabra griega diá, “a través”), buscando cómo nació, a qué fuente pertenece, qué modificaciones ha sufrido, hasta el punto de anatomizarlo.

Estos nuevos métodos de lectura se inspiran en los conocimientos desarrollados por los diversos ámbitos culturales de nuestro tiempo, en particular por el análisis literario aplicado a los textos bíblicos, tales como el análisis retórico y el análisis narrativo.

"El lenguaje de los libros bíblicos es un lenguaje religioso persuasivo"

La lectura de la Biblia a la luz del análisis retórico – La retórica es el arte de hablar, de convencer y de persuadir. Por eso, hoy la Biblia se lee inspirándose en las reglas de la retórica de la antigüedad grecolatina y del mundo semítico oriental. Estas reglas se aplican a los textos que contienen los discursos de los profetas (libros proféticos), de los apóstoles (Hechos de los apóstoles) y a algunos pasajes de las cartas de san Pablo.

Las técnicas e intuiciones literarios del análisis retórico son estudiados como herramientas capaces de involucrar al lector y para explicar por qué un determinado uso del lenguaje es eficaz y llega a persuadir. En efecto, el lenguaje de los libros bíblicos es un lenguaje religioso persuasivo, porque la Biblia no es simplemente un enunciado de la verdad (es decir, un texto “informativo”), sino que contiene un mensaje dotado de gran fuerza persuasiva (es decir, es también un texto “performativo”).

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La lectura de la Biblia a la luz del análisis narrativo

En esta lectura tratamos de captar el mensaje que en los textos bíblicos se comunica a través de la forma del relato (o de la narración). La narración es la forma más fácil y sencilla de comunicarse. Son muchos los textos del Antiguo Testamento que comunican su mensaje a través del relato (pensemos en los relatos de los patriarcas en Génesis 12–50, y en estos capítulos, la “historia de José” [37,2–50,26]). Los evangelios mismos se componen en torno al relato de la vida, muerte y resurrección de Jesús.

El análisis narrativo lee el texto bíblico teniendo en cuenta las reglas del relato (el género literario, el estilo, el rol de los personajes, las imágenes, los lugares), para poder involucrar también al lector.

La lectura psicoanalítica – Tiene su origen en los estudios de Sigmund Freud (1856-1939), aplicados a la lectura de la Biblia y a su interpretación. Es una lectura que intenta dar su propia explicación a fenómenos como los milagros, las visiones, los sueños, las posesiones diabólicas, pero también analizar el mundo profundo de los personajes bíblicos). La contribución de esta lectura a veces puede ser engañoso (pensemos en las obras del teólogo alemán E. Drewermann); otras veces positivo, como en el análisis de los textos bíblicos que se inspira en el psicoanálisis de C.G. Jung (1875-1961). Este pensador, en efecto, valora el lenguaje simbólico que describe la experiencia religiosa en los textos bíblicos.

La lectura materialista – Su método consiste en aplicar a la Biblia los criterios socioeconómicos del materialismo de K. Marx (1818-1838) y F. Engels (1820-1895), según los cuales toda expresión de la sociedad deriva de su sistema productivo con las fuerzas que lo favorecen o se le oponen.

También en la Biblia están presentes estos elementos y las fuerzas que luchan entre sí para imponerse. Dios es visto como el Patrón que hace sufrir al hombre y el hombre debe rebelarse contra él, porque “el hombre puede comportarse mejor que su Dios” (E. Bloch [1885-1977]). Es una lectura de la Biblia que no se reconcilia con el mensaje de salvación que contiene y, a veces, como en Bloch, es incluso atea.

Lectura política – Es la lectura que aplica el mensaje de la Biblia no solo al individuo, sino a todo su mundo (es decir, la “ciudad”, como indica el término griego polis, “ciudad”). Es una lectura de la Biblia también conocida como teología de la liberación. Su interés se dirige a los contenidos “sociales” de la Biblia, como el libro del Éxodo, la predicación de los profetas y de Jesús en favor de los pobres y de los oprimidos y su denuncia de la injusticia y del poder corrupto. Pero, incluso con esta correcta intención, sigue siendo una lectura parcial de la Biblia.

Lectura feminista – Su origen está en el movimiento feminista que surgió en Estados Unidos por la lucha en favor de los derechos de la mujer y que a finales del siglo XIX promovió una revisión de la Biblia “en estilo femenino”, llamada La Biblia de las mujeres (2 volúmenes, 1895 -1898). 

Es una lectura que se mueve entre el radicalismo (la crítica al machismo) y una renovada profundización de los textos bíblicos (enriquecida por el aporte de la sensibilidad femenina). 

Pensamos, entre otras, en dos obras de los últimos años: I Vangeli,tradotti e commentati da quattro bibliste(Ancora, 2015) (Los Evangelios, traducidos y comentados por cuatro biblistas) y Le Lettere di Paolo,tradotte e commentate da tre bibliste(Ancora, 2020)(Cartas de Pablo, traducidos y comentados por tres biblistas).

La lectura “espiritual”es la meta del lector que se acerca con fe y amora la Biblia, acogida como Palabra de Dios que salva. Es la lectura que nos dispone a una escucha más profunda y que nos hace comprender la actualidad y relevancia del mensaje bíblico para nuestra vida. No debe confundirse con las interpretaciones subjetivas que se alejan del verdadero significado del texto bíblico (cayendo así en el fundamentalismo y el moralismo), sino que debe nutrirse de la liturgia de la Iglesia, de la meditación cotidiana y de la oración personal.

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