PARA CONOCER AL BEATO SANTIAGO ALBERIONE

“Enfermo, agobiado por los dolores, angustiado por sus adorados padres y amables hermanas, pálido, flaco, extenuado, vuelve los ojos al crucifijo y luego al cielo, y en el sublime éxtasis del amor exclama: ”Tú eres mi Dios, tú eres el objeto de mis suspiros.”

PARA CONOCER AL BEATO SANTIAGO ALBERIONE

Amigo Borello

 

Las circunstancias recordadas nos ayudan a comprender mejor la tierna amistad que en aquel tiempo ligó a Santiago con su compañero de clase Agustín Borello.

Ciertamente contribuyó a acercarlos el hecho de ser los dos únicos que en el seminario mayor vestían todavía de paisano; pero la amistad brotó de la evidente posibilidad de comprenderse y ayudarse mutuamente. Santiago, que se había sentido aislado en su familia por el desacuerdo con sus hermanos, corría el peligro, por las razones que conocemos, de sentirse un poco aislado incluso en el seminario; y esto, en una edad en que el aislamiento es lo más doloroso que le puede suceder a una persona. Agustín debía representar para él el refugio tranquilo, el tipo adecuado para recibir sus confidencias e infundirle ánimos con la palabra y el ejemplo.

De Agustín Borello apenas si conocemos poco más que el nombre; pero la fotografía que nos ha quedado nos hace pensar en un joven tranquilo, reflexivo y conciliador, dotes acrecentadas en el por el sufrimiento que le había visitado precozmente y le había obligado a modificar sus planes de vida serena de estudiante seminarista. Y no es improbable que ya se revelaran en él ese tranquilo desapego y esa instintiva búsqueda de lo esencial que el Señor concede a veces a quien pretende llamar pronto a sí.

El segundo año de filosofía comenzó de la mejor de las maneras. En diciembre, el día de la Inmaculada, Agustín, tranquilo ya respecto a las cosas de su familia, tomo el hábito clerical, mientras los superiores pidieron a Santiago que esperara un año todavía, por razones que desconocemos. Pero poco después de la toma de hábito, el neoclérigo enfermó tan seriamente que hubo de abandonar el seminario. Su salud, entre otras cosas por la modesta ayuda que entonces ofrecía la medicina, fue empeorando inexorablemente, hasta que el 2 de junio concluía su corta vida terrena, apenas a los dieciocho años.

Santiago lo visitó durante su enfermedad, probablemente cuando las condiciones eran ya muy graves, y sin decirlo expresamente nos dejo un recuerdo de aquella visita en el “diario” que hemos citado más arriba:

“Enfermo, agobiado por los dolores, angustiado por sus adorados padres y amables hermanas, pálido, flaco, extenuado, vuelve los ojos al crucifijo y luego al cielo, y en el sublime éxtasis del amor exclama: ”Tú eres mi Dios, tú eres el objeto de mis suspiros.”

La conciencia le da seguridad; la razón, certidumbre, la fe lo embelesa en sus pensamientos, le garantiza para siempre un amor intenso. Los padres lo adoran, los superiores lo aman, los compañeros compiten en quererlo, alabarlo, estimarlo. El, satisfecho con un bien infinito, inmutable, cierto, casi transparente, con los ojos límpidos, con la frente serena, entre las blancas sábanas, el lecho blanco, es un ángel enviado por los ángeles. En su dolor, tiene una calma, una paz, un amor, que no parecen posibles a un hombre, y todavía se esfuerza por agradar a todos, por amarlos. Oh sublimidad de su amor, grandeza de alma, fuerza e ímpetu de su corazón. ¡Qué feliz es!”.

Agustín es la única persona a la que el P. Alberione, en sus apuntes autobiográficos, reserva el título de “amigo”; y en una carta dirigida al párroco de Canove, el 7 de junio de 1902, añade que se trata de un amigo “muy íntimo”. Y si entendemos el término en su significado clásico, debemos reconocer que él fue el único verdadero amigo en la vida del P. Alberione. Entre otras cosas, porque cuando el desapareció, Santiago había abrazado ya un ideal grandioso que poco a poco, hasta sus últimos días, absorbería cada vez más plenamente todas sus energías, todos sus pensamientos y afectos, incluidos los que hubiera podido reservar a los amigos.

(Continuará)

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Cooperador Paulino
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