Él fue un Padre de la Iglesia que vivió entre los años 340-420 d.C., considerado Patrono de los amantes de las Sagradas Escrituras porque, por encargo del Papa San Dámaso I, dedicó buena parte de su vida a interpretar, comentar y traducir los textos sagrados del hebreo y griego al latín, produciendo la monumental obra que se llama la Vulgata (por haber sido escrita en el latín vulgar, es decir, popular). Su versión de la Biblia, por muchos siglos, fue la versión oficial de la Iglesia Católica, desde la cual se hacían las traducciones a los demás idiomas, hasta que la moderna renovación eclesial en torno al Concilio Vaticano II permitió las nuevas traducciones a partir de las lenguas bíblicas originales (hebrero, arameo, griego).

Para los hijos e hijas del Beato P. Alberione, en la Familia Paulina, este mes nos llega siempre como oportunidad providencial para renovar el amor por la Palabra de Dios, y para afianzar nuestro compromiso de participar activamente en la Animación Bíblica de la Pastoral (ABP) de la Iglesia, recordando que en las Sagradas Escrituras encontramos no solo una de las fuentes privilegiadas de nuestra espiritualidad, junto con la Eucaristía; sino también el principal contenido y mensaje que debemos comunicar a la humanidad en nuestra misión apostólica.

San Jerónimo afirmaba que “desconocer las Escrituras es desconocer al mismo Cristo”. Aprovechemos este mes para crecer en el conocimiento profundo de las Sagradas Escrituras contenidas en la Biblia, para que también crezca nuestro conocimiento y amor por Jesucristo, que es el único capaz de darle sentido a nuestra vida y vocación como cristianos y como miembros de la Familia Paulina.

Danilo Medina L., ssp.