PARA CONOCER AL BEATO SANTIAGO ALBERIONE

En el seminario albés era tradicional que los clérigos de teología unieran la práctica a la teoría prestándose, en los días festivos, para las clases de catecismo a los chicos de las parroquias ciudadanas, tanto para hacer experiencias valiosas como para ofrecer párrocos una no menos valiosa ayuda. A esta tradición se uniformó el joven Alberione, que enseño el catecismo durante seis años en la parroquia catedral y en la de los santos Cosme y Damián. Pero era inevitable que su natural propensión a mandar hacer, más que a hacer él simplemente, saliera lote muy pronto y se manifestara en modos conformes a los grandes designios que se agitaban en su mente.

UN APÓSTOL DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL

Actividades marginales

 

Entregado ya a la difusión del Evangelio por medio de la prensa, años más tarde, observaba con pena Evangelio era leído muy poco y por pocas personas, y que muchos estaban incluso convencidos de que no se podía poner en manos de los simples Se el libro del Evangelio y menos aún la Biblia. ¿No era humillante para los católicos, que tienen en enseñanza de la Iglesia una guía segura en la interpretación de la palabra de Dios, encontrarse en una situación de tan neta inferioridad respecto a los acatólicos, que se aferran a la interpretación personal y que tienen la Biblia como el libro más familiar?

El concepto que el clérigo Alberione tenía entonces de la Biblia se puede deducir de un escrito sin fecha, pero que se remonta al tiempo de sus estudios teológicos, muy probablemente a las vacaciones veraniegas de 1903. Tal escrito, eco de muchas cartas, se propone demostrar que la Biblia, según el consentimiento de todas las gentes, es el libro de la humanidad y por consiguiente el libro divino”.

La consecuencia de sus reflexiones sobre la Biblia fue deseo de trabajar para hacerla leer en todas las familias. De este propósito hizo materia frecuente de las conversaciones con sus compañeros, contagiándolos con aquella convicción que tanta parte tendrá en sus éxitos futuros de fundador. Tanto los clérigos, pasando de las palabras a los decidieron no solo leer y estudiar más a fondo la Biblia, sino también usar el tiempo libre para difundirla todo lo posible.

La difusión se realizó principalmente en la dad, pero llegó también a parte de las parroquias rurales, organizándose en ellas por primera vez Jornadas del Evangelio. Es muy significativa la inventiva del clérigo Alberione a este respecto.

 

 

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Cooperador Paulino
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