La primera noticia, de índole netamente intelectual, se nos ha transmitido en estos términos:
“Durante los cursos teológicos, estudiando, además de los tratadas de clases, la Santa filosófica y teológica de santo Tomás, y conversando a menudo con el canónigo Chiesa sobre la empresa del santo de reunir las ciencias antiguas, especialmente la filosofía de Aristóteles, y unificarlas, se concluía siempre: ‘Unámonos en oración para que la divina Providencia suscite un nuevo Aquinate que reúna los miembros esparcidos, es decir, las ciencias, en una nueva síntesis metódica y clara, enjuta, y forme un solo cuerpo con ellas’”.
Parece ser que esta búsqueda de una síntesis de las ciencias campeaba bastante en les ambientes eclesiásticos de la zona, o al menos en el seminario de Alba. Y es verdad que en el canónigo Chiesa esta idea había brotado desde sus primeros años de sacerdocio y le acompañó hasta los últimos días de su vida como un clavo fijo. En efecto, en un discurso leído el seminario el 27 de mayo de 1901, con motivo de un acto “que quería ser un solemne homenaje a Cristo Redentor”, después de haber recordado las ciencias como “un enjambre de avispas agitadas por la llamarada de una hoguera… cada día subdividiéndose y separándose en múltiples partes”, continuaba: “¿Queréis saber ahora qué representa el Redentor en el concepto del porvenir? Es, ni más ni menos, lo que era en el concepto divino y en la historia del pasado, quiero decir, el restaurador del orden, del progreso, de la felicidad. Jesús Christus beri et hodie, ipse et in saecula. El mundo tiene ciertamente una semejanza con él, per quem omais facta sunt. El mundo, llevado a la ruina y amenazado con caer en abismos más profundos aún por la desunión de sus elementos, solamente en una infinita eficacia unificante puede hallar salvación; eficacia que reuniendo las partes desmembradas, las una; unidas, las apriete y las ligue a la fuente de la verdadera unidad.
Ahora bien, esta fuerza unificante no puede proceder de ningún otro más que del Salvador. El, en quien la naturaleza humana está hipostáticamente unida a la divina; él, que encierra en sí al hombre y a Dios, al cielo y a la tierra, a las cosas divinas y humanas; él, esencialmente une. esparcirá en el mundo su influjo unificante: Ex uno Verbo omnia, et unum loquuntur omnia. El, que ha hecho solo todas las cosas, puede restaurarlas… Solo la Sabiduría puede llenar el abismo de la humana insapiencia. De él se espera la ciencia, la luz verdad: la virtud, la resurrección, la vida, la felicidad el género humano, el descanso la paz, la rehabilita”
Esta idea de la unificación de las ciencias (en Dios según Chiesaen Cristo Maestro, Camino-Vida, según Alberione) acompañó a ambos hombres en el curso de la vida. El canónigo, como conclusión de infinites investigaciones y reflexiones, es los años 1942-43, trazó un nuevo esbozo en treinta cinco grandes cuartillas que intituló Síntesis panontológica y que ilustró con un rápido diseño a manera de cubierta. En la cuartilla 3, arrancando del principio Omnis ex uno ad an, unum así el pensamiento que pretendía detallar: “Todas las con tienen un solo principio su solo fin. 1) Todas las cosas parten de Dios a) fueron idealmente modeladas por el Verbo; b) fueron sacadas de la nada por el Padre; c) en virtud del amor, Espíritu Santo. 2) Todas las cosas están ordenadas a volver a volver a Dios: Universa propter semetipsum operatus est Dominus. Omne ens propter finem, proptwe ultimun finem (Brahma con su aliento crea y destruye los universos). 3) Es Dios quien, como una madre, aleja de sí al hijo para volver a abrazarlo; o lo interna en un colegia para recuperado luego más apto para la vida.”
Todo este argumento, aparentemente al margen de los acontecimientos que estamos hilvanando, merecía tratarse porque, como veremos más adelante, también el P. Alberione intentó a su vez la “síntesis” tan codiciada y empujó a sus hijos a esta tarea ideal.