P.Primo Gironi, ssp
(Entrega 29)
- “BÚSCATE UN MAESTRO”
Un texto rabínico, ya citado, cuando presentaba los títulos de Jesús en el Evangelio de san Mateo, dirigía a los maestros del pueblo judío esta exortación: “Formen muchos discípulos y pongan un cerco alrededor de la Torá” (Tratado, Los capítulos de los Padres 1, 1).
Maestro/discípulo
El binomio maestro/discípulo ha sido siempre un díptico muy querido por la tradición religiosa y cultural de Israel. Las tradiciones proféticas (también las más arcaicas, ya documentadas en los libros de Samuel) hablan de “hijos de los profetas”, es decir, discípulos que se han formado con la enseñanza y con la vida de aquellas grandes figuras carismáticas que son los profetas de la Biblia (cf. 1Samuel 10; 1 Reyes 2; Amós 1, 14: “No era profeta ni hijo de profeta”).
También las tradiciones sapienciales (que han influido mucho en la transmisión de la revelación que Dios ha hecho de sí mismo) aman presentar la relación entre Dios, que se revela, y el pueblo, que se abre a Él, como la relación que existe entre maestro/discípulo, padre/hijo (véase, especialmente, los primeros capítulos del libro de los Proverbios donde aparece, con frecuencia, el díptico “hijo/padre”).
Tal vez es, en este el contexto sapiencial, donde está ubicada la presente expresión de Mt 11, 19c: “Pero la sabiduría ha sido justificada por las obras que ella realiza”.