UN APÓSTOL DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL
Luis Rolfo y Teófilo Pérez
(Entrega 31)
Pensar en grande
Un punto permanecerá siempre firme, aun con matices cambiantes, en el proyecto alberoniano: periódicos y periodismo serán el centro de sus declaraciones, acerca de la organización y el fin de la obra:
“Organización. La Casa tendrá un director general, que dará las directrices y los puntos de lucha a los cuales todos han de obedecer. Cada periódico tendrá su director, y junto a los mayores surgirá un noviciado para alumnos. La Casa (la Congregación) se extenderá por Italia, luego por Europa y por el mundo.
Fin. La buena prensa, el periodismo: nuestros periódicos de todo el mundo se servirán material y moralmente de todos los medios. Nuestra lucha será por el triunfo de la Iglesia, del Papa, de la civilización cristiana, contra todas las potencias del Diablo…”
Esto raya la ensoñación. Quien así habla es apenas director y propietario de un semanario diocesano de cuatro páginas con una tirada de 2.600 ejemplares; y durante cierto tiempo las cuatro páginas se reducirían a dos por falta de papel. El balance era tan floreciente que tras dos años y medio de gestión no se había logrado saldar la deuda de cuatro mil liras con que había empezado. Y, sin embargo, él habla con aplomo de periódicos de todo el mundo, suyos, es decir del Instituto que aún está en flor. Y quienes le escuchan, no solo le creen, sino que de hecho soportan con alegría sacrificios y privaciones en cadena para demostrarle su plena confianza. Mientras componen e imprimen bastante mal (las colecciones que se conservan son bien elocuentes) su único semanario, piensan en centenares de grandes periódicos, confiados a su habilidad y celo apostólico exactamente como la “Gaceta de Alba”. Están seguros de ello, porque el “Señor Teólogo” ha dicho que esta es la voluntad de Dios, y que la voluntad de Dios no conoce obstáculos. Se piensa en grande, y además sobre seguro puesto que “la obra es necesaria: hoy el periodismo es el brazo derecho y el arma de la Iglesia”. Y aquí el sueño se hace anticipación profética: baste pensar en el decreto Inter mirifica del Vaticano II (casi cincuenta años más tarde) y en la exhortación apostólica de Pablo VI Evangelii nuntiadi (1975), en que se dice expresamente: “El primer anuncio evangélico, la catequesis y la profundización posterior de la fe no pueden prescindir de los instrumentos de la comunicación social… La Iglesia se sentiría culpable frente a su Señor si no usase estos poderosos medios”.
(Continuará).