Con la profesión perpetua, la consagración y observancia de los votos en los religiosos alcanzan la “estabilidad e irrevocabilidad que manifiesta el amor indisoluble de Cristo a su Iglesia” (Constituciones 143).
En el marco de la solemnidad de los santos apóstoles y columnas de la Iglesia, Pedro y Pablo, el pasado 29 de junio, junto a la Familia Paulina y junto a las primeras profesiones de las Hermanas de Jesús Buen Pastor, Marta Antonio Walussa y Mimi Amisse Viagem, he celebrado mi profesión perpetua, donación y realización más plena de la consagración bautismal (cf. Perfectae Caritatis 5).
La ceremonia fue presidida por el P. Julio Ángel Roncancio, superior provincial, en el Templo San Pablo de la Calle 170, en Bogotá, acompañado de sacerdotes y hermanos de la Provincia, hermanas de las Congregaciones Religiosas, miembros de los Institutos, Cooperadores, algunos familiares, amigos y conocidos.
El Superior Provincial, durante la homilía resaltó dos virtudes muy importantes para la vida religiosa, como son la humildad y la oración. Acerca de la humildad, recordó una anécdota del beato Santiago Alberione, con ocasión de un encuentro con el papa Juan XXIII, en el que el Pontífice alentaba a los paulinos a conservar esta misma actitud en la Iglesia (Cf. UPS 80). En lo concerniente a la oración, indicó que, como lo insistía el Padre Alberione, “sin estar en permanente comunicación con el amor de Dios, como dice el Apóstol, somos una campana que solamente hace ruido” […].
Del mismo modo, hizo recomendación a nunca olvidar la Cruz del Señor Jesús, simbólicamente representada en los distintivos que luego se entregaron en el rito de la profesión. como el apóstol Pablo llegó a amarla, para también amarla nosotros y poder ser desprendidos, pero confiando en que siempre seremos ayudados por el amor de Dios, en la entrega total que exige la misión por Él ofrecida.
Como religioso paulino, agradezco con mucha alegría por este maravilloso don al Señor Jesús, el Maestro que me ha invitado a su seguimiento en el carisma de la Sociedad de San Pablo, para la edificación de la Iglesia y la consecución de la caridad perfecta, mediante el anuncio del Evangelio con los medios más rápidos y eficaces, y el servicio a los hermanos.