En emotiva celebración presidida por el Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, contando con la presencia y participación de las Congregaciones e institutos que conforman la gran Familia Paulina y junto a sus familiares y amigos, nuestros cohermanos Miguel Ángel Arellano Salas y Farud Ignacio Bríñez Villanueva recibieron la Ordenación Sacerdotal, en el marco de la Fiesta de Jesús Buen Pastor.
El Templo San Pablo de la calle 170, en la ciudad de Bogotá, sirvió como escenario de los acontecimientos para una ceremonia que, desde la sencillez y sobriedad, pero en un ambiente gozoso y festivo, interpeló a todos los participantes desde la Palabra ofrecida por la Liturgia y la animación especial del coro Panis Angelicus, venido desde Ciudad de Panamá para acompañar esta celebración.
Y es que, de por sí, ver cómo nuestros jóvenes se suman a la misión heredada del beato Santiago Alberione de Evangelizar a través de los medios más rápidos y eficaces de la Comunicación Social, siguiendo el modelo y ejemplo del apóstol Pablo, logran su objetivo de convertirse en sacerdotes en nuestra Congregación, es un motivo de gozo. Con cuanta mayor razón cuando la Palabra de Dios, tan diligentemente expuesta, apunta directamente al corazón y toca las fibras más profundas de nuestro ser.
Tras señalar que, con la llamada de Dios, los nuevos sacerdotes se convierten, de una manera muy particular, en piedra angular para sostener la construcción y dar seguridad al edificio que es la Iglesia y, tomando como punto de partida el capítulo 10 del Evangelio de Juan, el señor Cardenal señaló tres aspectos que son fundamentales en la vida de los bautizados y especialmente en los llamados al sacerdocio ministerial:
El Buen pastor da la vida. Hay lobos externos e internos en el rebaño y en cada uno de los llamados. Son lobos rapaces que intentan destruir el ministerio sacerdotal, adulando y desanimando. Para que crezca en nosotros el Buen Pastor y frente a las dificultades propias de la misión, es necesario el acompañamiento espiritual. El buen pastor que da la vida por las ovejas es capaz de ver los lobos que atacan al rebaño y a sus ministros, pero también es capaz de permanecer a nuestro lado. Nunca nos abandona y siempre está a nuestro lado.
El Buen Pastor conoce a las ovejas. No se trata de un conocer desde lo intelectual sino un conocer desde lo profundo del corazón del corazón del Hijo de Dios. Los conoce y los ama como son. A él nada se puede ocultar, lo que ha pasado y lo que vivimos, todo transcurre bajo su presencia. Es importante que ustedes se conozcan ustedes mismos y se dejen conocer por Dios, junto al Sagrario y en el silencio, en los momentos de esperanza y de dificultad. Sólo en estas condiciones ustedes serán buenos pastores en el carisma que les ha sido confiado.
Jesús afirma: “por esto me ama el Padre”. El Buen Pastor está convencido de esa relación de amor del Hijo y del Padre, relación que es fecunda. “El Padre me ama porque entrego mi vida para poder recobrarla”. Recibimos vida en la medida en que la entregamos. En cuanto a ustedes, siéntanse amados por Dios y libres para entregar esa vida. La misión del Buen Pastor se fundamenta en el amor. Su alianza es eterna y él es fiel a sus promesas. El secreto para no cansarse es sentirse amados.
Palabras de regocijo y de admiración por el misterio de un Dios que llama a la vida y al servicio fueron también pronunciadas por los neopresbíteros. Les invitamos a revivir esta hermosa celebración, a través del siguiente enlace: https://www.facebook.com/share/v/dVtg5eAQa8cyZkfo/?mibextid=w8EBqM
Felicitamos a los Padres Miguel Ángel y Farud Ignacio, al tiempo que les deseamos un fecundo apostolado en esta etapa de su vida religiosa paulina.
Abril 22 de 2024