PARA CONOCER A JESÚS MAESTRO

LOS CUATRO EVANGELIOS PARA EL DISCÍPULO DE NUESTRO TIEMPO

Primo Gironi, ssp

(Entrega 31)

 

6b. Jesús y sus discípulos

No fue así para los discípulos de Jesús. Ellos no fueron en búsqueda de un rabí, sino que fue Jesús a escogerlos a ellos Jn 15, 16: “Ustedes no me han escogido a mí, sino que yo los escogí a ustedes”.

Ellos no habían tenido en cuenta de abrazar la profesión del escriba o del rabí, sino que ya estaban ocupados en su trabajo manual de pescadores, según una rígida prescripción del Talmud: “Cada padre está obligado a enseñar a su hijo un oficio. Quien no enseña a su hijo un oficio, lo enseña a ser un ladrón”. No solo, sino que, como todo ferviente israelita, había aceptado firmemente la recomendación del Sirácides 11,1: “Sé constante en tus compromisos y sepa envejecer en tus trabajos”.

Con Jesús, la relación maestro/discípulo es completamente innovadora. Mientras los otros maestros, como comenta el Talmud, exhorta a los discípulos a “fijar con escrúpulo un tiempo para el estudio de la Torá”, Jesús se revela así mismo como “libro” de aprendizaje Cf. 11, 29: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón” hasta atribuirse a sí mismo las tres grandes prerrogativas atribuidas a la Ley mosaica, desde siempre entendida en el Hebraísmo como el camino, la verdad y la vida del fiel israelita: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida” (Jn 14, 6).

Mientras que los rabinos invitaban a construir “un grupo” alrededor de la Ley, Jesús abre las vías de la comunicación que, a través de su persona y su acción, revelan al mundo la verdadera identidad de Dios.

Con los discípulos, Jesús vive la existencia de cada día experimentando una intensa familiaridad: viven juntos, conversan juntos, oran juntos, comen, anuncian el Reino, comparten esperanzas y resultados, sucesos y desilusiones.

Cuando los discípulos “se echan para atrás” en la prueba decisiva de la vida de Jesús que es la Cruz y no lo “siguen” más, ellos inmediatamente pierden esta significativa calificación de “discípulos” y vienen “descalificados” al rol anónimo de “todos”, que los asemeja al rol genérico reservado a la “multitud”, que no saben reconocer en Jesús al Salvador e Hijo de Dios Cf. Mc 14,50: “Entonces todos lo abandonaron y huyeron”.

Esto se explica por qué en el Nuevo Testamento los discípulos de Jesús vienen llamados también con el verbo griego akolouthèo, que significa “seguir”. Pero sobre todo, este verbo significa el “seguimiento” pleno y total que caracteriza al discípulo de Jesús, que lo “sigue” hasta la Cruz.

Jesús invita a sus discípulos históricos (los “Doce”) a proponer a todos los hombres esta misma experiencia de vida juntos, que los ha caracterizado: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt 28, 19).

En nuestra época, marcada por el rápido influjo de la informática, Jesús, parece indicar en el “grupo/red”, colocada por los rabinos alrededor de la Torá, la grande “red” informática que alcanza en todo lugar a los discípulos que todavía hoy llama “para que estén con Él” (Mc 3, 14); llamados a vencer a cada “grupo” que intenta entretener el influjo fuerte del evangelio: “Vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio a toda creatura” (Mc 16, 15).

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