“ABRIL, BENDICIONES MIL”

Entre nuestros campesinos es común identificar el mes de abril con el mes de las lluvias. Nosotros, en lugar de decir “abril, aguas mil”, podríamos decir “abril, bendiciones mil”, pues efectivamente en la Familia Paulina este mes trae para nosotros abundantes manifestaciones de la misericordia de Dios, que nos llenan de alegría y nos mueven a la acción de gracias.

Entre nuestros campesinos es común identificar el mes de abril con el mes de las lluvias. Nosotros, en lugar de decir “abril, aguas mil”, podríamos decir “abril, bendiciones mil”, pues efectivamente en la Familia Paulina este mes trae para nosotros abundantes manifestaciones de la misericordia de Dios, que nos llenan de alegría y nos mueven a la acción de gracias.

El 4 de abril de cada año nos permite recordar y celebrar un nuevo aniversario del natalicio de nuestro Beato Fundador, nacido para este mundo el 4 de abril de 1884. Siempre es motivo de gozo celebrar como Familia el cumpleaños del padre, que, en nuestro caso, fue un Padre excepcional que marcó nuestras vidas con su testimonio de santidad, y nos dejó un legado que nos compromete a “hacernos todo a todos”, con tal de que siga siendo anunciado el mensaje de vida y salvación de nuestro Maestro y Pastor, Jesucristo.

Para la Sociedad de San Pablo, esta vez el mes de abril, concretamente el día 7, nos ofrece otro motivo de celebración y de fiesta, con el centenario del P. Isidoro Traffano, quien ha entregado buena parte de esos cien años de vida a la evangelización de nuestras tierras colombianas y ecuatorianas. Agradecemos al Señor de la vida por esta feliz circunstancia, y seguimos acompañando al P. Traffano con nuestra oración, para que su ejemplo de entrega a Dios y a su Reinocontinúe motivando el camino de vida paulina de quienes hemos disfrutado de su compañía y ejemplo, y que suscite un despertar de nuevas y buenas vocaciones para la Familia Paulina.

También este año, abril trae consigo la celebración del misterio central de nuestra fe, en la semana santa y su consiguiente tiempo pascual. Será una nueva ocasión propicia para “resucitar con Cristo y buscar los bienes de arriba” (cf. Col 3, 1ss). En efecto, la vida y misión de cada uno de los miembros de la Familia Paulina, debe ser signo y testimonio de la vida nueva de los resucitados en Cristo; pues, al fin y al cabo, la santidad paulina consiste en vivir procesos de configuración con Cristo, muerto y resucitado, por la salvación del mundo.

Y la lluvia de bendiciones de abril, llegará hasta el día 30, con el 75° aniversario de la fundación de la Sociedad de San Pablo en Colombia, y con ello, el inicio de la presencia de la Familia Paulina en estas latitudes. Dios mediante, ese día estaremos invitados a ir de peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Chiquinquirá, para dar gracias a Dios y a la Virgen, por esta nuestra fecunda presencia evangelizadora en Colombia, y para pedir las gracias necesarias para ser fieles y perseverar en la entrega generosa de nuestra vida, de modo que podamos seguir viviendo y comunicando a Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida en esta Patria.

Este tiempo de cuaresma es el tiempo propicio de conversión y de salvación. No desaprovechemos esta nueva y providencial oportunidad para regresar de todo corazón al Señor como valor absoluto y fundamental de nuestra existencia. No echemos en saco roto tanta gracia de Dios que se nos brinda para nuestro bien. Sacudamos de nuestra vida cualquier rastro de mediocridad o frivolidad, de “mundanidad espiritual”, de egoísmos y envidias, soberbias y prepotencias, maledicencia y murmuraciones; erradiquemos del corazón aquellas faltas contra la caridad o la justicia, contra la verdad y la fidelidad. Así será posible reconciliarnos con Dios, con nuestros semejantes y nuestro entorno, y con nosotros mismos, a lo cual nos estimula el evangelio de Mateo, cuando nos propone los signos penitenciales de la oración, la limosna y el ayuno.

Que nuestras preces confiadas de este tiempo fuerte de preparación a la Pascua, sean las que nos inspiran los textos sagrados: “¡Perdona, Señor a tu pueblo!”, “¡Misericordia, Dios mío, por tu bondad!”, “¡Por tu inmensa compasión borra mi culpa!”, “¡Lava del todo mi delito, limpia mi pecado!”, “¡Crea en mí un corazón puro!”, “¡Renuévame por dentro con espíritu firme!”, “¡No me quites tu santo Espíritu!”, “¡Devuélveme la alegría de tu salvación!” (cf. Sal 50/51).

 

 

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P. Danilo Medina L., ssp,

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Cooperador Paulino
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