La figura del apóstol San Pablo, y su testimonio de amor a Cristo y de entrega al anuncio del Evangelio dominan este mes de junio que estamos iniciando como Familia Paulina. En efecto, por voluntad de nuestra Beato Fundador, P. Santiago Alberione, los hijos e hijas de San Pablo dedicamos este mes a conocer mejor la vida y obra del Apóstol de las Gentes, para que, al profundizar en su enseñanza y sus escritos, podamos seguir mejor sus ejemplos de santidad y de apostolado.
El P. Alberione, en su testamento espiritual, compartió con nosotros las circunstancias y las razones de su admiración por San Pablo, y del porqué llegó a proponérnoslo como modelo e inspirador: “San Pablo, el santo de la universalidad. La admiración y devoción brotaron especialmente del estudio y meditación de la Carta a los Romanos. Desde entonces su personalidad y santidad, su corazón e intimidad con Jesús, su obra en dogmática y moral, la huella dejada en la organización de la Iglesia y su celo por todos los pueblos, fueron temas de meditación. Vio en Pablo verdaderamente al Apóstol; por consiguiente, todo apóstol y todo apostolado podían aprehender de él. A San Pablo fue consagrada la Familia. A San Pablo se atribuye igualmente la curación del Primer Maestro” (AD, 64).
Si queremos tener el espíritu paulino, no tenemos otro referente en el cual fijar nuestra mirada, nuestro corazón y nuestra atención sino en el propio San Pablo. Y desde él, será más fácil el empeño de la configuración con Cristo, que es la tarea prioritaria de todos los miembros de la Familia Paulina. Así también lo daba a entender el P. Alberione en 1960, cuando daba la bienvenida a los participantes en el curso especial de ejercicios espirituales en Ariccia: “… Os recibe nuestro padre, maestro y protector, san Pablo, que tanto nos ha amado, protegido, apoyado, y cuya doctrina, devoción y nombre habéis llevado por diversas naciones y a quien habéis glorificado. Fue padre y madre para todos sus hijos, y por eso creció la Familia Paulina, que es suya. Es verdad que, aunque tuvierais diez mil maestros, sólo tenéis un padre: «per evangelium ego vos genui» [«yo os engendré para el Evangelio»] (1 Cor 4, 15)”. (Ut Perfectus Sit Homo Dei, 11).
Aprovechemos estos días de junio para acudir con gusto y fervor a ese manantial de sabiduría y alimento espiritual que encontramos en la vida de San Pablo y en sus escritos. Dejémonos interpelar por su palabra, aprendamos de su testimonio de santidad y de apostolado, de modo que podamos ser realmente “san Pablo vivo hoy” para el mundo.
P. Danilo Medina L., ssp,
superior provincial