Agradezco infinitamente a Dios por haberme elegido a seguir las huellas de su hijo, Jesús Maestro, por el don que me ha regalado. Esta vocación a la vida religiosa y presbiteral. Para ser testigo de su amor, proclamar su Palabra e irradiarla en el servicio y la caridad a ejemplo del Buen Pastor, Camino, Verdad y Vida.
De igual manera, agradezco a monseñor Germán Medina, obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá, por presidir esta Eucaristía y mi ordenación presbiteral. A nuestros hermanos de congregación: P. Doménico Solimán, Superior General, y su Consejo.
Al P. Danilo Antonio Medina, superior provincial, y su Consejo, y a todos nuestros hermanos paulinos, especialmente a los formadores que contribuyeron en mi crecimiento personal y espiritual; a todas las comunidades religiosas, cooperadores e institutos seculares de la Familia Paulina que se encuentran presentes, a mis padres, familiares y amigos, Dios les pague por su compañía, apoyo, y en especial, por sus oraciones, y a todas las personas que siguieron la trasmisión de esta Eucaristía.
Ruego a Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida para que, siendo fiel a los principios y valores de: vivir y comunicar el Evangelio, se haga palpable las palabras del beato P. Santiago Alberione, Fundador de toda la Familia Paulina: “Caminen en continua conversión, empiecen siempre desde un pesebre, que desde la oración y del sagrario brote la inspiración para comunicar la Palabra de Dios y recuerden que las obras de Dios se hacen con hombres y mujeres de Dios”.
Confiado en la misericordia y Divina Providencia inicio esta nueva etapa, sin temores, ni vacilaciones, pues estoy seguro de que Él no solo ilumina nuestro camino, sino que además siempre está y camina a nuestro lado, que nos invita a permanecer siempre en su amor para dar frutos en abundancia.
Que, María Reina de los Apóstoles y san Pablo apóstol, intercedan por nosotros y por mi vocación al servicio de la Palabra y del Pueblo de Dios. Gracia y paz, Dios los bendiga.