JESÚS Y EL EVANGELIO “CUADRIFORME”

En la elaboración del texto crítico del Nuevo Testamento, los estudiosos proceden con criterios rigurosos y ateniéndose a reglas precisas, indicadas por la ciencia llamada “crítica del texto”.
PARA CONOCER A JESÚS MAESTRO

LOS CUATRO EVANGELIOS PARA  EL DISCÍPULO DE NUESTRO TIEMPO

La tradición de la Iglesia nos ha entregado cuatro diversos Evangelios que la Constitución conciliar Dei Verbum (núm. 18) los presenta así: “El Evangelio cuadriforme según Mateo, Marcos, Lucas y Juan”.

En ellos se ha presentado la persona de Jesús con sus múltiples matices de su personalidad, de su predicación, de su obrar y su entregarse a nuestra humanidad. Probablemente la presentación de una sola visión de Jesús no habría llenado la riqueza de su obra y no habría sondeado a prondidad su persona.

A lo largo de la historia de la trasmisión de los evangelios han intentado lograr una armonía entre estos cuatro libritos sobre Jesús, queriendo así igualar y uniformar las diferencias, las esfumaturas y las aparentes contradicciones que parecen reflejar de la narración de los cuatro evangelisas.

Es el caso del Diatèssaronde Taziano, compuesto hacia el año 170 d. C., ya muy indicativo desde el título: un único Evangelio obtenido “a través” (en griego; dià) de los “cuatro” Evangelistas (en griego: tèssaron, “cuatro”).

Esta “concordancia” entre los Evangelistas, que también san Agustín señalaba en su obra De consensu evangelistarum, oponiéndose a cuantos sostenían con fuerza que en los Evangelios hubiese partes en contraste entre ellos, si por una parte se prefería salvaguardar la verdad de los Evangelistas, por otra parte reducía, ignorándolas, las particularidades propias de cada Evangelista.

Uno de los méritos, que a lo largo de la historia de la interpretación bíblica, ha tenido el método histórico-crítico (es decir aquel particular acercamiento científico a los textos bíblicos que en los siglos XVIII-XIX sustituyó a la interpretación alegórica de la Biblia propia de los Padres de la Iglesia y del Medioevo) fue el de haber individualizado las características, las tendencias, el ambiente de vida y la teología que distinguen a cada uno de los Evangelistas.

Toda esto ofrecía un nuevo modo de acercarse a los Evangelios: ya no se miraba a búsqueda de una armonía o concordancia entre ellos, sino a la búsqueda de lo que constituye “lo propio” de cada evangelista (su particular presentación de Jesús, su especial lenguaje, su teología, la acentuación dada a cada uno de los relatos evangélicos, las características de la persona de Jesús).

La Constitución conciliar Dei Verbum (núm. 19) afirma que los evangelistas “escribieron los cuatro evangelios escogiendo algunas cosas entre las muchas que fueron trasmitidas a voz o por escrito, algunas otras sintetizándolas, otras explicando la situación de las Iglesias”.

Por esto tenemos gran cantidad de obras con atractivos títulos sobre la teología de cada uno de los Evangelistas, sobre la particular presentación de la personalidad de Jesús y sobre el “escenario” dentro del cual cada Evangelista coloca este material.

Por ejemplo san Mateo coloca su material en el “escenario” de cinco grandes discursos que reproducen los primeros cinco grandes libros de la Biblia; san Lucas en cambio prefiere el “escenario” de un largo viaje que hace Jesús desde Galilea hasta Jerusalén. También ahora nosotros nos colocamos en esta óptica para ir al descubrimiento de la figura de Jesús, su personalidad, de sus palabras, de su predicación, como salen de la narración y del “escenario” de cada uno de los Evangelistas.

(continuara).

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Cooperador Paulino
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