PARA CONOCER AL BEATO SANTIAGO ALBERIONE UN APÓSTOL DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL

Luis Rolfo y Teófilo Pérez (Entrega 26). EL GRANO DE MOSTAZA Las diferentes maneras de entender la intervención del clero en las cuestiones sociales y políticas habían producido una cierta división entre los sacerdotes albeses, enrolados ya en los diversos frentes de “conservadores” y “progresistas”, menos numerosos estos últimos, pero más ambiciosos y por consiguiente más activos y turbulentos. La división se había introducido incluso entre los mayores responsables del semanario diocesano “Gaceta de Alba”. Este periódico, fundado en 1882, había conservado siempre un carácter de boletín parroquial. Ahora los “progresistas” querían que cambiara de orientación, y al no conseguirlo le opusieron otro semanario, “Alba Nueva”, que tuvo una vida penosa y efímera.

El presidente de la Asociación de la Buena Prensa creyó oportuno confiar la dirección del veterano semanario al P. Alberione. Le habló de ello, vio que estaba dispuesto y se apresuró a ganarse el asentimiento de monseñor Re, consiguiéndolo con mucha facilidad. Así las cosas, el 20 de octubre de 1913 el P. Alberione recibió una carta con la propuesta oficial de la Asociación; y cazando la propuesta al vuelo, respondió afirmativamente a vuelta de correo:

“Ilmo. Señor Presidente de la Asociación de la Buena Prensa:

Acepto mi nombramiento, hecho por la honorable Administración de la Buena Prensa de acuerdo con nuestro obispo, y que me ha sido notificado por su Ilma, el 20/10/1913, para el oficio de director responsable de “Gaceta de Alba”. Según su deseo, tomo inmediatamente el cargo con el n° 43 de dicho periódico; y acepto las condiciones que me proponen: sueldo anual de 200 liras y las responsabilidades que según la ley van anejas al oficio mismo. En la esperanza de poder corresponder en lo posible a la confianza depositada en mí por su Ilma, y la Administración que preside.

affmo. Alberione Santiago”.

De esta manera, la Asociación de la Buena Prensa había solucionado un pequeño problema suyo, y el P. Alberione otro, muy personal y mucho mayor. Para él, la dirección del semanario era el primer paso de un viaje que le llevaría muy lejos; era la llave que le permitiría abrir una puerta a la que llamaba en vano hacía muchos años. Sus planes los conocía sólo él, pero se manifestarían bien pronto.

(Continuará)

Ah, hola

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Cooperador Paulino
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