LA MUJER ASOCIADA AL CELO SACERDOTAL

LA MUJER PUEDE Y DEBE HACERSE COOPERADORA DEL CELO SACERDOTAL. Bienvenidos, queridos lectores de la revista Cooperadores Paulinos, en este nuevo año, 2024, continuamos con el conocimiento de la obra escrita por nuestro fundador de la gran familia Paulina: Beato Santiago Alberione.

En el capítulo III aborda las 2 clases de Feminismo:

  1. Feminismo socialista y masónico.
  2. Feminismo cristiano

 

  1. Feminismo socialista y masónico

Punto principal de discriminación en estas corrientes es la religión: el feminismo socialista, revolucionario, etc. Se declara aconfesional y desemboca en el acatolicismo; el feminismo cristiano basa todo su ser en la sincera profesión de la fe católica. – El doctor Bolo en el libro La mujer y el cielo prueba estas cuatro proposiciones, que aquí solo citamos: «1. Todo lo que de útil o esencial puede reclamar la mujer fue hecho o por lo menos esbozado por el clero católico; 2. La posibilidad de un feminismo existe solo por la iglesia; 3. El feminismo, en cuanto razonable, no tiene de nuevo más que el nombre; 4. Los sufrimientos de que todo feminismo quisiera librar a la mujer, dependen de ignorar, en teoría, y más aun de hecho, las doctrinas del Evangelio».

Si se deja de lado el Evangelio, la mujer volverá a ser esclava, instrumento de placer, medio de producción y nada más. Toda la antigüedad es prueba de ello: basta recordar la Grecia y la Roma paganas. Es justo lo que se ha escrito recientemente: Mujeres, ojo a vuestros verdugos, a vuestros peores enemigos, enemigos hipócritas, porque se visten de corderos y fingen ser vuestros defensores: son las feministas que quieren emanciparnos para oprimiros; que quieren ponernos en lo alto para arrojarlos al basurero; ojo al feminismo palabrero: quien promete demasiado es o un exaltado, o un mentiroso, o un traidor.

¿Cuáles son entonces sus propósitos? Los resumió Pio X en estas palabras: «Mirad cuanto yerran quienes pretenden para la mujer la igualdad absoluta con todos los derechos y las atribuciones del hombre. ¿Os imagináis a una mujer entre los ruidos, las agitaciones y las pasiones de la vida pública; ¿una mujer emancipada, independiente, puesta en el mismo nivel del hombre en la vida social, en la tribuna, en los parlamentos, que discute, que legifera, se impone, conspira, se rebela, sube a las barricadas?… ¡No es esta la misión de la mujer! Falla quien sostiene este mal enfocado feminismo, que quisiera corregir la obra de Dios, como un mecánico que pretende corregir y reformar el curso de los astros…».

Por lo demás, los fines de este feminismo-utopía quedaron declarados abiertamente por la flor y nata de sus representantes.

En Paris, el año 1900, se reunió el congreso general, con intervención de las u los mejores del partido de Inglaterra. Alemania, Austria, Rusia, Italia, Francia, América, etc. Y estas son las doctrinas allí expuestas:

«El cristianismo es la mayor ruina histórica»; «es necesario abolir el confesionario y toda instrucción cristiana»; «la hija en una casa bajo los padres y la esposa ligada indisolublemente a un hombre son miserables esclavas, monjas laicas, criminalmente entontecidas: esta moral, subida al cielo por la religión en la persona de la Virgen, es un asesinato hipócrita, lento, minuto a minuto»; «la masonería, enemiga de las supersticiones y del error, es la natural adversaria de la Iglesia: la mujer inscríbase a la logia, tome su espíritu, transmítalo a la familia: excluir de la masonería a la mujer significa prolongar el imperio de la Iglesia y la autoridad de los curas».

La Confederación General del Trabajo compiló en 1912, por medio de la Cámara del Trabajo, una estadística sobre la organización femenina socialista en Italia. De ella resulto que, no obstante, la natural repugnancia de la mujer a dejarse organizar por los subversivos, el socialismo había hecho ya un camino relativamente largo. ¡Casi cien mil mujeres figuran en estos cuadros socialistas! Y el trabajo sigue siendo ferviente.

Semejante feminismo ya no necesita ser confutado; aparte de que la confutación le viene ya de la inmensa mayoría o de las mismas mujeres, que o se mantuvieron indiferentes, o se le pusieron en contra.

Por favor compartir sus respuestas al final de la lectura.

(Continuará).

Rosalba Correa de Clavijo, Cooperadora Paulina

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