El mes de agosto nos trae siempre un motivo de particular alegría y celebración, dado que incluye la fecha del aniversario de la fundación de la Sociedad de San Pablo, y con ella, el comienzo de la Familia Paulina. Cumplimos 110 años al servicio de la evangelización, viviendo y comunicando a Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida, siguiendo el ejemplo del Apóstol Pablo, bajo el maternal patrocinio de María, madre, maestra y reina de los Apóstoles.
Esta feliz circunstancia nos invita, ante todo, a dar gracias a Dios por haber elegido al P. Santiago Alberione como instrumento dócil y eficaz de su gracia, y a través de él habernos dejado una preciosa herencia, que ya no es solo nuestra, sino que es patrimonio invaluable de toda la Iglesia. Su visión profética, su sentido pastoral y misionero, su fecundidad en iniciativas evangelizadoras y su testimonio de santidad apostólica, seguirán estimulándonos a responder a la voluntad de Dios y a las necesidades de nuestros pueblos, hambrientos de la Palabra de Dios que nosotros debemos testimoniarles y anunciarles.
Así pues, celebrar la fundación de la Familia Paulina se convierte en ocasión providencial para que “volvamos a las fuentes” de nuestra espiritualidad y de nuestro carisma. En efecto, la verdadera renovación de nuestro legado carismático, aquello que podríamos denominar “fidelidad creativa”, implica ese retorno permanente a la fuente límpida de donde brotó la riqueza de nuestra vocación y misión en la Iglesia, nuestra identidad paulina. ¡Que, por intercesión de nuestro Beato Fundador, los miembros de la Familia Paulina sepamos responder con entusiasmo y fidelidad a los desafíos pastorales que los nuevos tiempos nos presentan, a partir de la riqueza y los valores de nuestra herencia carismática!
Danilo Medina L., ssp.