LOS CUATRO EVANGELIOS PARA EL DISCÍPULO DE NUESTRO TIEMP
Primo Gironi, ssp
(Entrega 33)
7ª La “cristología desde lo de abajo”
“Hijo del carpintero” no es ciertamente un título cristológico, semejante a aquellos que se inspiran en la llamada “cristología desde lo alto” (o de la elevación, que corre en el ámbito de la divinidad del Cristo), al cual pertenecen títulos como Hijo de Dios, Mesías, Salvador, Hijo del Hombre, Señor/Kyrios.
Es, en cambio, un título para colocarlo en lo que los teólogos llaman “cristología desde lo de abajo”, que gusta tomar la identidad de Jesús (y su rol de Maestro) en las categorías más humildes, en las que se apoyan en el realismo de la condicione humana (trabajo, fatiga, sufrimiento, humildad y fragilidad de la vida cotidiana).
Un ejemplo nos lo ofrece Pablo cuando, en la carta a los filipenses, define a Jesús de esta manera: “No obstante siendo de condición divina… se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo, llegando a ser semejante a los hombres. Por su aspecto fue reconocido como hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y a una muerte de cruz” (2, 6-8).
Pero también la “cristología desde lo de abajo” (o del anonadamiento) es importante para la plena comprensión de la persona de Jesús. En el horizonte del título “hijo del carpintero” se vislumbra ya el anuncio evangélico de Jesús sobre el trabajo, sobre el sentido de la fatiga, sobre las nuevas potencialidades de la condición humana, por él redimidas y llevadas a la pureza de los orígenes, al inicio de la primera creación. Allá Dios ha confiado al hombre el jardín del Edén (símbolo de toda la tierra habitada por el hombre) para “cultivarlo” y “custodiarlo”.