Los discípulos, en su Evangelio, son presentados como el modelo del cristiano para todos los tiempos y lugares. Su vida cotidiana es presentada en su relación personal con Jesús: ellos viven con él, oran, caminan, comen, dialogan, anuncian el reino y se inclinan sobre el sufrimiento humano.
Es con ellos que Jesús instituye ese estilo de vida y aquella relación particular que en la época mesiánica iniciada por él, caracterizando la vida de la comunidad cristiana y las relaciones fraternas de los miembros que la integran, siempre inmersos en la experiencia del Emanuel.
Este estilo de vida culmina con la afirmación que Mateo coloca al centro de su evangelio (y tal ubicación contribuye, según las reglas del estilo literario antiguo, a acentuar la presentación): “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí yo estoy en medio de ellos” (18,20). En esta afirmación la expresión “Yo estoy en medio de ellos” se considera como sinónimo de Emanuel.