SOR MA. MELBA- MELBA PADILLA GUARNIZO

Ingresó en la Congregación el 19 de julio de 1976 en la comunidad Divino Maestro de Bogotá y, al finalizar su noviciado, emitió su profesión religiosa el 15 de agosto de 1980. Profesión que confirmará perpetuamente el 15 de agosto de 1986, en la misma comunidad.

En el corazón de la noche del 24 de junio de 2021, en la Solemnidad de la Natividad de San Juan el precursor, a las 2:00 de la madrugada, en la comunidad Divino Maestro de Bogotá (Colombia), se escuchó la voz: «¡He aquí el Esposo! Salgan a su encuentro» (Mt 25,6). Lo ha escuchado claramente nuestra hermana: Sor Ma. Melba- Melba Padilla Guarnizo. Nacida el 1º de febrero de 1959 en Ambalema, Tolima (Colombia).

El 6 de marzo de 1959, según la costumbre de las familias cristianas, fue llevada a la pila bautismal. A los 17 años dejó a su familia para seguir al Señor que la invitó a una respuesta de consagración a Él para entregarse haciendo el bien.

Ingresó en la Congregación el 19 de julio de 1976 en la comunidad Divino Maestro de Bogotá y, al finalizar su noviciado, emitió su profesión religiosa el 15 de agosto de 1980. Profesión que confirmará perpetuamente el 15 de agosto de 1986, en la misma comunidad.

El Divino Maestro conduce a Sr. M. Melba en las diferentes comunidades de la Provincia Colombia/Ecuador y, en obediencia generosa, la invita a seguirlo y servirlo como discípula misionera también más allá de los límites geográficos. Del 2002 al 2003, participa en Roma al Curso sobre el Carisma de la Familia Paulina, consolidando la alegría de la vocación recibida y de pertenecer a la «admirable Familia» misionera en la comunicación social. Del 2011 al 2014, coordina las comunidades de la Delegación Argentina, como Superiora de la Delegación. Al finalizar este servicio escribe a Sor M. Regina Cesarato, entonces Superiora General: «La misión de caminar unida con las hermanas de la Delegación Argentina ha sido una escuela. He aprendido de las hermanas que me precedieron en la consagración y en la experiencia de vida. Agradezco por la oportunidad de participar a la vida de la Congregación desde una perspectiva más amplia: como Moisés, me he quitado las sandalias de los pies para entrar como en un lugar santo» (15 de agosto del 2014).

La hermana Melba se distinguió como una persona de trato alegre y festivo: llevaba la música y el ritmo en las venas, vivía y sentía la música, con una sensibilidad innata para la danza. Ha cultivado y cuidado la autoformación.

Era muy sensible hacia la persona de los sacerdotes: desde 1981 a 1982 ha dado su contribución en la comunidad de la Pía Sociedad de San Pablo en Bogotá, y de 1989 a 1992 ha colaborado en la Conferencia Episcopal en Quito (Ecuador). Frecuentemente, en la adoración o en la oración comunitaria, presentaba al Señor las intenciones de los sacerdotes y de los jóvenes en formación. Era cercana a los sacerdotes, aconsejándoles y animándolos en su vocación y ministerio.

Estuvo, en varias ocasiones y por varios años como misionera en Ecuador (1989-1996 y 2018-2019), colaborando también en el Apostolado Litúrgico.

Tenía una gran sensibilidad por la Pastoral Vocacional, aprovechando todas las oportunidades que tenía para presentar nuestro Carisma de Pías Discípulas del Divino Maestro a las jóvenes; siempre estaba disponible para ir a los pueblos, en las misiones pastorales, en los tiempos fuertes, Semana Santa y Navidad, para orar con el pueblo de Dios.

Ella promovió el bordado a máquina, ingeniándose en la creatividad. Con la música, los colores también tocan profundamente a la Hna. Ma. Melba. Atraída por la armonía de los colores, supo interpretar y expresar emociones de alegría o tristeza, favoreciendo en los fieles y en la liturgia, la formación a una oración en la belleza. No le gustaban los colores cálidos y fríos, sino los colores vibrantes y sugestivos, los colores vivos que llaman la atención cuando se tocan y comunican la cercanía al Misterio. La hermana Melba, con gusto artístico, supo mezclar los colores en el bordado computarizado para casullas, estolas y manteles: una combinación armoniosa y equilibrada que transmite la armonía y la belleza de Dios.

En la última etapa de su vida, en la que aprendió a vivir dócilmente en su carne el apostolado del sufrimiento, afirmaba muchas veces: «Me he convertido con San Pablo y tengo un gran sentido de gratitud por las hermanas». Soportó con serenidad y abnegación el cáncer linfático desarrollado en todo su organismo, acogiendo los cuidados necesarios, sostenida por la oración y la caridad fraterna. En la noche del 24 de junio, un infarto cardiaco le causó la muerte. Por su profunda espiritualidad y el amor por la Virgen María, nos acompaña la certeza que está gozando de la visión beatífica del Rostro amado y buscado: el Maestro y Señor Jesús.

A ti, queridísima hermana, confiamos las hermanas de la Provincia de Colombia/Ecuador, y en particular a la Hna. Ma. Gloria Jiménez Quevedo, Superiora Provincial que, con las otras hermanas del gobierno, inicia el mandato al servicio de la comunidad para la edificación de la Iglesia y de la sociedad.

Ah, hola

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Cooperador Paulino
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