El cooperador paulino, Hernando Pinzón Arévalo, de las ligas mayores de esta querida Asociación, se codea diariamente en su labor evangelizadora con Arzobispo, Obispo, Sacerdotes y Monjitas.
Nació, creció e inició su labor de ayuda a los más necesitados, en su querida tierra natal: Pacho-Cundinamarca.
Hijo de don Carlos Pinzón Zamora y la señora Isabel Arévalo de Pinzón, matrimonio con unas profundas vivencias católicas, de rosario y eucaristía diaria, siempre ayudando a los más desprotegidos
Casado hace 52 años con la señora Ana Beatriz Gómez de Pinzón, fruto de este amor tuvieron 3 hijos, 9 nietos y 2 bisnietos.
En su labor evangelizadora conoció a los Padres Paulinos: Albino, Martin, Danilo y Valentín (e.p.d), quienes lo animaron a colaborar en la Asociación de Cooperadores Paulinos, aceptó la invitación, e inicio su formación y posteriormente la consagración.
Los padres paulinos, Albino y Danilo, en una reunión en la Calle 170 lo animaron a desarrollar un proyecto, enfocado al diseño y confección de toda clase de ornamentos y elementos litúrgicos. Para mí, dice don Hernando, fue una Diosidencia, ya que ese mismo día, al abordar un bus de servicio público hacia mi casa, encontré en la silla contigua a la mía a una señora que lloraba amargamente y me comentó que hacía 18 años laboraba en una empresa de confecciones muy reconocida y que la habían despedido. Yo le dije: “Tranquila, que tengo un proyecto y Dios me acabó de enviar a la persona indicada”. Así fue como iniciamos este proyecto aprovechando su experiencia, fundamental para la creación de la empresa.
Para don Hernando lo fundamental en la misión evangelizadora es: darse y no dar, reflejado en su ser y quehacer, ofreciendo apoyo permanente a las comunidades vulnerables.
En un momento de su vida, don Hernando fue internado en urgencias en el Hospital Militar donde los médicos lo declararon muerto, pero… los designios de DIOS son maravillosos, según el mismo nos cuenta:
“En este trance fui al túnel y vi a tres Ángeles blancos que, acompañados de un rayo de luz, con sus manitas escuché que me decían “Hijo mío, devuélvete, que mi Madre te va a cuidar” y tienes una misión por cumplir”. Desde este momento soy muy devoto de la advocación de la Virgen de Guadalupe, que venero en la capilla que está en mi casa, también para las visita de los feligreses de los cuales cinco de ellos la Virgen ha curado de cáncer.
Valoramos y agradecemos la misión apostólica de don Hernando que hace propia la espiritualidad de la Familia Paulina en todos los ambientes, siguiendo las pautas de nuestro fundador, el beato padre ALBERIONE.
JOSÉ HERNÁN CLAVIJO ESTUPIÑÁN, cp.