“No se hagan llamar maestros, porque uno solo es su Maestro, el Cristo”.
Mateo, en su Evangelio, utiliza diversos términos para indicar al “maestro”.
- El hebreo/arameo rabbì (“Mi gran”, “Mi maestro”), que es el más utilizado en el ambiente bíblico y el más buscado y deseado por los escribas. Sobre todo en los años 60-80 d.C – época en la cual escribe Mateo – rabbì era el término técnico para indicar al maestro/sabio autorizado. En un texto del Talmud se lee: “Cuando el rey Josafat veía un discípulo de los escribas, descendía del trono, lo abrazaba y le decía: mi padre (abì), mi maestro (rabbì), mi señor (marì)”
- El término didàskalos se origina del ambiente greco-helenista, que significaba el maestro o el educador.
- Pero hay un tercer término que viene usado solo por Mateo y precisamente en este capítulo (23, 10): katheghetès. Tiene su origen del verbo griego correspondiente eghèomai, que significa “guiar”, “conducir”. Jesús es el “guía” que “conduce” a lo largo de una dirección, según una guía, hacia una meta, como indican los diversos matices de la preposición griega katà, de la cual este término está compuesto (katà y eghèomai, por lo cual katheghtès).
Así aparece con más evidencia la contraposición entre la característica de Jesús como Maestro/Guía y a característica de los escribas y fariseos. Ellos son definidos como “guías ciegos” (23, 16). El término “guía” referido a los escribas y fariseos se hace con odegòs, que deriva del griego odòs, “vía”, y del verbo eghèomai, “guiar”.
Mientras que Jesús es el que guía “hacia una dirección”, “según una pauta”, “hacia una meta”, todos los otros no poseen una autoridad semejante ni una plena semejanza de Revelación. Es lo que Mateo (en sintonía con el Evangelio de Juan) llama “guías ciegos”, “caminar en las tinieblas”, “oscuridad”, “sombras de muerte” y “ceguedad”.
(Continuara)