
Las rarísimas alusiones de Santiago Alberione al tiempo de su infancia nos permiten reconstruir tan sólo dos pequeños episodios, en los cuales se reflejan la religiosidad y laboriosidad, dotes que más apreciaba él en su familia.
Las rarísimas alusiones de Santiago Alberione al tiempo de su infancia nos permiten reconstruir tan sólo dos pequeños episodios, en los cuales se reflejan la religiosidad y laboriosidad, dotes que más apreciaba él en su familia.
El pequeño Santiago crecía sin parecerse a sus hermanos mayores: era más grácil y menos vivaz. Su madre, cuando lo observaba con atención, experimentaba siempre un cierto temor.
Cuando llegué, Santa Fe de Bogotá tenía un millón cuatrocientos mil habitantes, hoy ya casi no se sabe cuántos tiene.
En aquella época el mundo era mucho más grande que hoy, ya que hoy los aviones vuelan a todas partes y lo han achicado de modo especial y espacial.
Volviendo con el pensamiento a los días de su infancia, el P. Santiago Alberione, cumplidos ya los setenta años, daba gracias a Dios por haber nacido en «una familia profundamente cristiana, labradora, proverbialmente laboriosa entre sus conocidos» .