La Iglesia de nuestro Continente atesora una rica tradición que se ha venido consolidando con el paso de los años, como fruto precioso de las enseñanzas renovadoras del Concilio Vaticano II: dedicar el mes de septiembre a la Palabra de Dios. En efecto, es ya común entre los católicos de América Latina, a lo largo de este mes, honrar el valor de la Biblia, crecer en su conocimiento y profundizar en su mensaje como fuente de sabiduría espiritual, que conduce a la salvación mediante la fe en Jesucristo (cf. 2 Tm 3, 15).
Junto al Domingo de la Palabra (III Domingo del Tiempo Ordinario), los miembros de la Familia Paulina consideramos también el mes de septiembre una ocasión providencial para incrementar nuestra conciencia de haber nacido para vivir y anunciar la Palabra de Dios a los hombres de hoy, con los medios de hoy, según la intuición carismática de nuestro Beato Fundador. Él mismo nos lo advertía claramente: “El Paulino tiene tres motivos especiales para venerar y leer la Biblia, además de los que tienen todos:
1) La Biblia contiene el mensaje de la salvación que debemos dar a las almas, es decir, las verdades, la enseñanza moral y el culto, y por eso es el libro más pastoral. 2) La Biblia es el libro modelo al que debe conformarse el escritor-apóstol. Dios creó al hombre, sabe cómo está hecho su corazón, y por eso su palabra guarda relación con las necesidades íntimas del corazón humano, al igual que la madre prepara el vestido a su niño y lo confecciona según su estatura. 3) Hoy, más que en el pasado, se necesitan asociaciones internacionales para cualquier iniciativa; tanto más para la Iglesia, que es católica y ha llegado hasta los confines de la tierra. La Sociedad de San Pablo [y toda la Familia Paulina], que tiene una misión internacional, tendrá que llevar la Biblia, palabra de Dios, dondequiera que vaya.” (UPS, III, 11).
Aprovechemos, pues, este mes de septiembre, para intensificar nuestro amor por la Palabra de Dios y para ahondar en su conocimiento y meditación, de modo que, al familiarizarnos cada vez más con ella, podamos producir frutos de santidad y proponer iniciativas que apoyen la animación bíblica de la pastoral en la Iglesia, como nos lo recuerda el Papa Francisco: “Toda la evangelización está fundada sobre ella [la Palabra de Dios], escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada. Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización. Por lo tanto, hace falta formarse continuamente en la escucha de la Palabra. La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar. Es indispensable que la Palabra de Dios «sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial».” (E.G., 174).
P. Danilo Medina L., ssp,
superior provincial
Excelente reflexión del Padre Danilo, debemos promocionar la lectura de la Biblia en nuestras familias y comunidades. Le saludamos desde Quito – Ecuador