NUESTRA IDENTIDAD DE DISCÍPULOS

Vivir y comunicar a Cristo Maestro, es la tarea de todo creyente, pero muy particularmente lo es de cada miembro de la Familia Paulina.

Saludamos este mes de octubre recordando, ante todo, que en nuestra Familia Paulina es el mes particularmente dedicado a profundizar y crecer en nuestro amor y devoción al Divino Maestro. Y esto, necesariamente, nos obliga a pensar en nuestra identidad, pues de la comprensión que tengamos de Cristo como Maestro, Camino, Verdad y Vida, con todo lo que ello implica, de allí dependerá nuestra identidad paulina en términos de discipulado. Hacemos parte de la escuela de Jesucristo, y por eso estamos llamados a demostrar en nuestras palabras y actitudes cuáles son las enseñanzas que hemos aprendido de Él, y cómo nos esforzamos por llevarlas a la práctica, porque no se trata sólo de invocarlo, o profetizar en su nombre, sino de hacer la voluntad del Padre celestial (cf. Mt 7, 21-23). Por eso advertía nuestro Beato Fundador: “… si uno se acerca a Jesucristo, conseguirá una formación perfecta sobre la imagen del Maestro divino y llegará a vivir como el Dios-Hombre” (UPS, IV, 235).

En este sentido, también nos recuerda el P. Alberione que “Discípulo, según la palabra latina discere, indica que se está aprendiendo, y en nuestro caso «aprendiendo de Alguien que es la sabiduría, la verdad y el camino, Jesucristo». Los maestros habituales pueden enseñar alguna ciencia o precepto, pueden dar consejos, etc. En cambio, Jesús es el maestro de la ciencia más necesaria, es el guía seguro para la vida eterna y tiene todo lo absolutamente necesario para la vida espiritual, la gracia. En esto está la misión entera de Jesús, y aprenderla, seguirla y vivirla significa ser discípulos suyos” (UPS, IV, 191).

Hagamos el propósito de avanzar, especialmente durante este mes que iniciamos, en el aprendizaje integral de las verdades fundamentales que aprendemos de las palabras y acciones de Jesús, de modo que podamos contarnos realmente entre sus discípulos. Que este sea nuestro modo paulino de vivir también el compromiso misionero que la Iglesia nos recuerda cada mes de octubre. En efecto, vivir y comunicar a Cristo Maestro, es la tarea de todo creyente, pero muy particularmente lo es de cada miembro de la Familia Paulina. Este mundo necesita nuestro testimonio y el entusiasmo de nuestro compromiso evangelizador, de manera que se conozca, se ame y se siga cada vez mejor a Cristo, y en Él la humanidad entera pueda encontrar en verdad “el Camino que conduce al Padre, la Verdad que ilumina a los pueblos y la Vida que renueva al mundo”.

 

 

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P. Danilo Medina L., ssp,

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Cooperador Paulino
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