NUEVAS DIFICULTADES

El día que Santiago escucho la primera lección de filosofía al canónigo Chiesa, la tempestad que se había desencadenado en su alma no se había calmado aún del todo.
PARA CONOCER AL BEATO SANTIAGO ALBERIONE

UN APÓSTOL DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL

Luis Rolfo y Teófilo Pérez

(Entrega 15)

El día que Santiago escucho la primera lección de filosofía al canónigo Chiesa, la tempestad que se había desencadenado en su alma no se había calmado aún del todo. Perduraban la amargura y el resentimiento por la humillación sufrida y por los comentarios no siempre benévolos de sus hermanos, que había debido tragarse en silencio. Le pesaba no poco encontrarse allí como un “tolerado”, como un sujeto de quien conviene no fiarse demasiado. Y su traje de paisano, entre los talares de los compañeros, era como una confirmación constante de esa condición de seminarista al cincuenta por ciento. También su pasión por la lectura y el recuerdo de las costumbres, fáciles de contraer, pero difíciles de truncar, volvían a turbarle el sentido y a ponerlo nervioso.

Desde los primeros meses, los compañeros le adosaron el remoquete de “polvorilIa”, tal vez por su tipejo bien proporcionado, aunque filiforme, pero también y con más probabilidad por los arrebatos de ira que se apoderaban de él, breves como la llama de un fogonazo, pero violentos.

No debió serle tampoco muy fácil adaptarse a las costumbres de los nuevos compañeros, bastante distintos de los muchachotes que había conocido en Bra. Aquí se encontraba a menudo en contacto con jóvenes sacerdotes o con clérigos a punto de ordenarse, que habían cumplido ya el servicio militar, jóvenes robustos, bronceados, exuberantes, que se medían todos los días en encarnizados partidos al balón o a la petanca. Con aquellos mozarrones que estaban bien de alma y cuerpo, hacía falta en seguida formar causa común, so pena de convertirse en blanco de sus tiros.

A las dificultades de ambientación, en el primer año de estudios filosóficos, debieron añadirse otras de carácter familiar, debidas probablemente a las enfermedades del padre y a su progresiva inhabilidad para el trabajo, que le obligaron, quizá más de una vez, a dejar temporalmente el seminario.

continuará

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Cooperador Paulino
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