Yo inicialmente lo hice como observador, pero con el tiempo me fui interesando, dado que: las lecturas de las revistas paulinas, las charlas de formación en las reuniones mensuales, y las experiencias vividas con nuestros compañeros, de ayuda, afecto, humildad, su gran compromiso con la comunidad, me fundamentaron mi misión.
La lectura del libro me llevó a reflexionar y dar gracias a Dios, ya que desde niña, joven y adulta he saboreado de su amor y misericordia y por permitirme ahora compartir a nuestros lectores la acción del EspírituSanto en la vida de la mujer desde su espiritualidad, como base fundamental del quehacer evangelizador en el lugar de misión.
Cuando llegué, Santa Fe de Bogotá tenía un millón cuatrocientos mil habitantes, hoy ya casi no se sabe cuántos tiene.
Sacudamos de nuestra vida cualquier rastro de mediocridad o frivolidad, de “mundanidad espiritual”, de egoísmos y envidias, soberbias y prepotencias, maledicencia y murmuraciones; erradiquemos del corazón aquellas faltas contra la caridad o la justicia, contra la verdad y la fidelidad.
Por su experiencia de vida familiar, por sus convicciones humanas y por sus valores religiosos, el P. Alberione tiene en gran consideración a la familia y, en particular, a la familia inspirada en los valores cristianos